martes, 20 de junio de 2023

El nacimiento de la antropología griega

Un poco más de síndrome de Diógenes digital.
Trabajo universitario, año 2010. Debe leerse como tal, como la búsqueda de un aprobado.
 
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Homero y Odisea:
El nacimiento de la antropología griega.
 
 
Índice:
 
I. Introducción y método.
II. La odisea marina.
    II. 1. Canto IX. Odiseo cuenta sus aventuras: los cicones, los lotófagos, los cíclopes.
        II. 1.1. Los lotófagos.
        II. 1. 2. Los cíclopes.
    II. 2. Canto X. La isla de Eolo. El palacio de Circe la hechicera.
        II. 2. 1. La isla de Eolo.
        II. 2. 2. Los lestrigones.
        II. 2. 3. La isla de Eea y Circe.
    II. 3. Canto XI. Descensus ad inferos.
        II. 3. 1. Los Infiernos.
    II. 4. Canto XII. Las sirenas. Escila y Caribdis. La isla del Sol. Ogigia.
        II. 4. 1. La isla de Tinacria.
    II. 5. Canto VII. Odiseo en el palacio de Alcínoo.
        II. 5. 1. La isla de Ogigia y Calipso.
    II. 6. Canto VIII. Odiseo agasajado por los feacios.
        II. 6. 1. El país de los feacios.
III. Conclusión.
IV. Bibliografía.
 
 
 
I. Introducción y método.
 
La figura de Homero se encuentra entre la realidad y el mito, nunca mejor dicho. O al menos la cuestión que atañe a la autoría y composición de varios textos, principalmente la Ilíada y la Odisea, que en la historiografía se conoce como «la cuestión homérica».
 
Muchas ciudades de la antigüedad se lo atribuyeron como natural. Nació en Esmirna, vivió en Quíos y murió finalmente en Ios. Su nombre original fue Melesigenes. Respecto al origen del nombre de Homero, puede que proceda del dialecto jonio Hómêros, que significaría rehén, prenda o garantía. Aunque otros autores defienden que su origen sea ho me horón, «el que no ve». Esta segunda hipótesis coincidiría con la antigua creencia de que era ciego.
 
La historiografía antigua no se pone de acuerdo respecto a las fechas en las que vivió nuestro poeta, si bien Herodoto, Pausanias, Tucídides o Eratóstenes vienen a coincidir en que es anterior a Hesíodo, es decir, anterior al s. VIII a. C., es Herodoto quien lo retrasa hasta el s. IX a. C.
 
Datamos comúnmente tanto a la Ilíada como a la Odisea entre finales del siglo IX a. C. y comienzos del siglo VIII a. C. Antes de ser fijadas por escrito habrían sido transmitidas mediante la tradición oral cuando los aedos improvisaban en público a partir de esquemas preestablecidos de fórmulas mnemotécnicas.
 
En la propia Antigüedad a Homero le atribuyeron otras obras de carácter épico, poemas satíricos o himnos, pero ha quedado demostrado que no son suyos y reciben el apelativo de pseudohoméricos. Respecto a la obra que nos atañe, la composición monumental de la Odisea se fijaría por escrito en la segunda mitad del s. VI a. C., cuando se encontraba en Atenas el tirano Pisístrato y durante la festividad de las Panateneas, queriéndose evitar así agregados no oficiales al poema. Anteriormente hubo dos períodos de fluctuación, uno en el s. VII a. C. y otro en la primera mitad del s. VI a. C. Sin embargo, la recopilación escrita siguió sufriendo modificaciones hasta que se realizó una «limpieza» en la Alejandría del s. III a. C. y se intentó volver a la originalidad primaria del texto con Aristarco.
 
Podemos dividir la Odisea en tres partes:
1º. Telemaquía: contempla la búsqueda de información por parte del hijo de Odiseo, Telémaco, sobre el paradero de su padre.
2º. La odisea marina: es la pieza principal de nuestro estudio, ya que en ella se relata el viaje por el confín del mundo de Odiseo y su contacto con otros seres.
3º. Regreso y venganza: Odiseo retorna a su patria y una vez es reconocido, ejecuta su venganza guiado por la diosa Atenea.
 
Para nuestro trabajo lo que nos interesa es la época a la que alude el poema y si ésta es una realidad histórica. En unos primeros momentos se pensó que podría retratar a la sociedad micénica, si bien Homero sería un referente muy tardío de dicha época, pero en sociedades ágrafas se desarrolla mucho la memoria. Pero el descubrimiento de la escritura del tipo Lineal B (griego micénico) hundió esta teoría. Sin embargo, ¿cómo se explica entonces elementos presentes en ambas obras (Ilíada y Odisea) tales como la importancia de algunas ciudades anteriores a Homero, el empleo del carro para el combate que desaparece junto a los grandes palacios micénicos, tipos de armamento desaparecidos, etc.? De algún modo el recuerdo se tuvo que mantener vivo, ya que hay referencias contemporáneas como el sistema político. Por todo ello se tiende a identificar las obras con la etapa final de la Edad Oscura griega, estando presente una voluntad de arcaísmo por parte del poeta al introducir esa sociedad del pasado ya desaparecida en la que los protagonistas no eran hombres, sino héroes.
 
El tema del presente trabajo es el nacimiento de la identidad griega, entendida ésta como la visión antropológica que se da en el texto homérico de Odiseo como humano en relación con los otros. Y teniendo presente que, tras el triunfo de la visión homérica aristocrática frente a la vida sencilla de Hesíodo, los poemas homéricos se configuran como la religión oficial de la Grecia antigua, y por lo tanto no podemos dejar de calificar a la obra de Homero como los textos fundadores de la antropología griega.
 
El método a seguir, básicamente, consiste en una profunda lectura de lo que hemos venido a llamar los viajes marinos; los cantos V al XIII. En dicha lectura notaremos como Odiseo, a través de sus relatos, compone por alteridad un reflejo de su propia sociedad. No analizaremos los cantos uno a uno por separado como unidades independientes, ni tampoco seguiremos el discurso tal cual lo relata Odiseo, ya que éste, por ejemplo, cuenta su historia ante los feacios en el canto VIII y sin embargo, éstos serán a los últimos que vea antes de llegar a Ítaca. Presentaremos a los distintos personajes de acuerdo al orden en el que Odiseo se encontró con ellos. Tomaremos citas de la propia Odisea cuando sea necesario para, finalmente, reconstruir en un discurso homogéneo cómo era la sociedad de nuestro héroe.
 
 
 
II. La odisea marina.

Aún no existe el concepto de división de la ecumene en tres continentes: Europa, Asia y Libia (África). La tierra del mundo de Odiseo está entre el Cielo, morada de los dioses inmortales, y el Hades, morada subterránea de los muertos. El sol es el eje fundamental de la orientación. Por ello debemos tener en cuenta dos conceptos fundamentales: Eôs, o punto donde el sol surge cada mañana desde el Océano, el río que rodea el disco plano de la tierra. Este término designa el día, pero también el espacio del mundo superior y de los vivos, sobre el que reina Zeus. Y Zophos, o lugar donde el sol se oculta cada tarde en el mar. Designa también el mundo sin sol, subterráneo, el de los muertos.

Cada escala que hará Odiseo en su nostos (viaje de regreso a casa, periplo), y que analizaremos a continuación, nos está mostrando más bien un espacio antropológico que geográfico. Se enfrenta a unas formas de vida y de sociedades diferentes de las de la humanidad civilizada y normal, a la que él representa. ¿Y cuál es la humanidad civilizada? Básicamente se podría definir como aquellos hombres comedores de pan.

Anatoly Michailovich Khazanov realiza la siguiente clasificación según la dieta:
Comedores de carne = kreophagoi.
Comedores de leche = galaktophagoi.
Comedores de grano (pan) = sitophagoi.

El rasgo más característico que observaremos en Odiseo es que pertenece al grupo de los sitophagoi y por lo tanto, cuando llega a una nueva tierra desconocida, lo primero que busca en ella son señales de otros sitophagoi, hombres comedores de pan. O dicho de otra manera, Odiseo siempre busca vestigios de trabajo humano, es decir, mundo civilizado.

Esto es porque el alimento humano por excelencia es el sitos, el pan. Por eso decimos que son sitophagoi, que son comedores de pan. Además, la ausencia de agricultura comporta también la ausencia de sacrificio, lo que en consecuencia perturba las relaciones entre el mundo humano y el mundo divino.

El mundo civilizado, el de los sitophagoi, está representado por las ciudades de Ítaca, Troya, Pilos, Esparta y Argos. En esos lugares los hombres cultivan trigo y pastorean el ganado. Se alimentan de pan elaborado a partir de los cereales, de la carne del ganado sacrificado a los dioses y además beben vino. El pan y el vino representan dos alimentos cultivados por el hombre, es decir, resultado del trabajo del hombre y de la cocción del alimento, a diferencia de los animales (pastos) o de los aromas quemados a los dioses. Así pues, el hombre encuentra su lugar diferenciado entre animales y dioses. Nos encontramos ante los límites de la humanidad, de lo humano, de lo que está por encima y por debajo de ser humano. Lo que podemos denominar como lo transhumano, lo que es más que humano, lo que es menos que humano.
 
El punto que marca el paso al mundo no humano es el cabo Maleas. El cabo Maleas se encuentra al sur del Peloponeso y es uno de los puntos más al sur de Grecia, delimitado al oeste por el mar Jónico y al este por el mar Egeo. El primer punto al que llega Odiseo cuando cruza el cabo Maleas es al país de los lotófagos, los comedores de loto. Es a partir de aquí, y hasta que llega al país de los feacios, donde Odiseo se encuentra en un espacio no cultivado, no socializado, no definido y no delimitado.

 
 
II. 1. Canto IX. Odiseo cuenta sus aventuras: los cicones, los lotófagos, los cíclopes.

A los aqueos les es agradable escuchar al aedo. Tienen una memoria colectiva. El aedo nos relata los hechos de los héroes. Vemos lo importante que es la memoria. Hay un aedo en la corte del rey de los feacios, Alcínoo. Junto al aedo hay «mesas cargadas de pan y carne y un escanciador trae y lleva vino que ha salido de las cráteras (es decir, no es un viñedo salvaje, está “fabricado” por el hombre) y lo escancia en las copas» (Od. 9.8-10). También observamos la presencia de sirvientes.
 
Los dolores de Odiseo se los han proporcionado los dioses. Se presenta con su nombre y se instauran lazos de hospitalidad, otro rasgo de ser civilizado.

«Yo en verdad no soy capaz de ver cosa alguna más dulce que la tierra de uno» (Od. 9.28). El hogar está por encima de todo, incluso el convertirse en inmortal, como veremos más adelante. Tiene el deseo del regreso.

Odiseo comienza su relato. De Troya los vientos le empujan hacia los cicones, hacia Ismaro. Los cicones viven en ciudades, parecen ser un pueblo civilizado. Según la costumbre de la guerra, Odiseo los arrasa, los mata sin remordimiento alguno y toma como rehenes a sus mujeres y se apodera de su ganado. Es decir, los cicones parecen cumplir con las premisas «civilizadoras». Vemos como el componente pirático en la práctica de la guerra es algo totalmente normal y no es inmoral. Sin embargo, los hombres de Odiseo cometen otro tipo de excesos, los excesos del vino y de la hecatombe, produciéndose una mala relación con la divinidad. El exceso de vino es malo, no el vino en sí, que es civilizado. Por ello, como el vino griego es muy fuerte, se rebaja con agua.

Llevamos por sus excesos se entretienen y vienen más cicones que responden a la llamada de los suyos. En la retirada, Odiseo pierde a seis buenos compañeros. Los aqueos son un pueblo que sabe navegar. Sus naves tienen remos y velas. Después de saquear a los cicones debería regresar a su patria, pero los vientos del Norte (el dios Bóreas) le obligan a pasar el cabo Maleas, introduciéndose en el espacio no humano. Odiseo y su tripulación son arrastrados durante nueve días y al décimo llegan a la tierra de los lotófagos.



II. 1. 1. Los lotófagos.
 
«Los que comen flores de alimento» (Od. 9.84). No son humanos. No se alimentan como los humanos; de pan.
 
«Yo envié delante a unos compañeros para que fueran a indagar qué clase de hombres, de los que se alimentan de trigo, había en esa región» (Od. 9.87-89). Sólo hay una clase de hombres humanos, los sitophagoi, los que se alimentan de pan. Van en busca de hombres civilizados, de humanos. Envía a dos hombres y a un heraldo, un mensajero, un portador de la palabra, del logos.

El loto provocaba una inmediata e irremisible pérdida de memoria, sumiendo al sujeto en un estado de olvido profundo y perpetuo. Aquí aparece de nuevo el componente de la memoria como rasgo civilizador.
 
Como sus compañeros comieron loto y olvidaron el regreso, Odiseo decide partir inmediatamente y les obliga a irse con él y los suyos. Los que comieron loto han perdido su memoria, su ansias de retorno a la patria, en definitiva, han perdido su humanidad para abandonarse a una existencia no humana como comedores de loto.


 
II. 1. 2. Los cíclopes.
 
De la isla de los lotófagos llegan al país de los cíclopes. Prototipo de una tribu bárbara carente de leyes, de religión y de civilización. Los cíclopes son un pueblo de pastores, que se nutren de leche y queso. Es una población asilvestrada. Viven en un mundo presocial. Ignoran en qué consiste la hospitalidad. Desconocen el trabajo agrícola, aunque los frutos se producen espontáneamente, como en la edad de oro de Hesíodo. Tienen ovejas pero no animales de tiro. Viven en cavernas, un hábitat muy primitivo en comparación con la ciudad o con el oikos. Los cíclopes son antropófagos. Polifemo no es un comedor de pan, devora crudos a los compañeros de Odiseo. Es el grado máximo de salvajismo y una vuelta del ser humano a un sentido animal. Los cíclopes son indiferentes a los dioses, aunque a Polifemo lo protege Poseidón.
 
«Y llegamos a la tierra de los cíclopes, los soberbios, los sin ley» (Od. 9.107).
«No plantan con sus manos frutos ni labran la tierra» (Od. 9.108). No trabajan la tierra. No hay una vida agrícola. Todo es naturaleza salvaje. No hay transformación humana del entorno natural.
«No tienen ni ágoras donde se emite consejo ni leyes» (Od. 9.112). No tienen instituciones políticas. No se someten a la ley como lo haría un hombre griego. No tienen un núcleo político como el oikos, o lo que posteriormente será la polis.
«Habitan en cumbres de elevadas montañas en profundas cuevas» (Od. 9.113). No hay un núcleo productivo como el oikos y no hay espacio para la agricultura, es terreno angosto. Grecia es angosta pero tiene microvalles.
«No se preocupan unos de otros» (Od. 9.114). No conocen la hospitalidad.

El hombre humano tiene que transformar a la naturaleza salvaje. Igual que él se somete a la ley, la naturaleza debe ser sometida por el hombre para transformarse en un espacio civilizado. Hay una isla así de salvaje cerca de la de los cíclopes, que es donde amarra Odiseo su flota.

Los cíclopes desconocen la navegación, lo cual es otro impedimento más para establecer contactos civilizados con otros mortales. Aunque la tierra sería propicia para su civilización, con buen puerto natural, tierra fértil para el cereal, etc., al ser un pueblo no humano, no civilizado, pues no hay nada que hacer.
 
«Hacia allí navegamos y un demón (daimon) nos conducía a través de la oscura noche» (Od. 9.142). Odiseo es guiado por especie de divinidad. Existe relación entre el mundo mortal y el divino. En todos los momentos de la vida humana, Homero reconoce la influencia de un poder divino. Los dioses son los dispensadores de ventajas físicas e intelectuales, de habilidad y de prosperidad. En este contexto es donde debemos entender la figura del demón.
 
El humano también caza, lo cual también es civilizado. Los cíclopes sin embargo, tienen ovejas y cabras; son un pueblo pastoril.
 
Odiseo convoca asamblea. Los humanos tienen sentimientos de piedad para con los dioses.
Polifemo vive solo, no en comunidad.
 
Los aqueos beben vino mezclado con agua y acostumbran en la hospitalidad a darse regalos. Polifemo come queso.

Odiseo espera a Polifemo para ver si le da los dones de la hospitalidad, la cual tiene un carácter religioso pues Zeus Hospitalario es el protector de estas relaciones. Una curiosidad imprudente que le costará la vida a sus compañeros.
 
Los aqueos para comer hacen sacrificios.
 
«Cortó en trozos sus miembros, se los preparó como cena y se los comió, como un león montaraz, sin dejar ni sus entrañas ni sus carnes ni sus huesos llenos de meollo» (Od. 9.292). La antropofagia es la expresión mayor de la animalidad y bestialidad. Y además Polifemo bebe leche no mezclada.
 
Las naves aqueas son de 20 bancos de remeros. Aquí hay una referencia a las capacidades marítimas de los aqueos.

La vid crece salvaje en la tierra de los Cíclopes por la lluvia de Zeus. Espacio no humano.
 
 
 
II. 2. Canto X. La isla de Eolo. El palacio de Circe la hechicera.

La isla de Eolo, despensero de los vientos. Se trata de un mundo utópico. Es un islote de civilización y hospitalidad, ciertamente, pero no responde a la definición de mundo de los hombres. Por ejemplo, Eolo entregó sus hijas a sus hijos como esposas. Eolo vive a medio camino entre el mundo de los hombres y el mundo de los dioses.
 
 
 
II. 2. 1. La isla de Eolo.
 
«Tiene Eolo [Hipótada] doce hijos nacidos en su palacio, seis hijas y seis hijos mozos, y ha entregado a sus hijos como esposas. Siempre están ellos de banquete en casa de su padre y su venerable madre, y tienen a su alcance alimentos sin cuento» (Od. 10. 5-9). Es un mundo utópico en el que hay un perpetuo banquete, donde se consume carne y vino, señal de civilización. Además se rige en el ámbito del palacio, el oikos. Sin embargo se casan entre hermanos.

Acogen a Odiseo de acuerdo a las costumbres de hospitalidad. Se interesan por Ilión (Troya) y una vez nuestro héroe les relata sus hechos, los anfitriones no retienen más a su invitado y le dejan ir haciéndole un regalo. Cumplen perfectamente con la hospitalidad.
 
Eolo tiene un contacto directo con los dioses. El cronida Zeus le ha hecho despensero de los vientos.
 
Odiseo y su tripulación vuelven a navegar durante nueve días y al décimo avistan su patria. Esta fórmula numérica se repite varias veces en los textos homéricos.
 
Volvemos a notar la importancia de la figura del heraldo en las relaciones sociales en el ámbito de Homero.

Debido a la imprudencia de los compañeros de Odiseo, los vientos son liberados del odre que Eolo les regaló y son alejados de las costas de Ítaca regresando al palacio del despensero de los vientos. Sin embargo, está vez no son recibidos con el don de la hospitalidad. Cuando Eolo considera que Odiseo no cuenta con el favor de los dioses, que no se encuentra en armonía con ellos, que no hay una buena relación entre mortales y dioses, le despide sin más, pues no merece dicho don y tampoco querría enemistarse con los Olímpicos.



II. 2. 2. Los lestrigones.


Después de navegar durante seis días, al séptimo llegan a la ciudadela de Lamo, a Telépido de Lestrigonia. «[... ] no se veía labor de bueyes ni de hombres, sólo humo que se levantaba del
suelo» (Od. 10.99).
 
Odiseo, como en las anteriores ocasiones, vuelve a enviar a dos compañeros junto con un heraldo a buscar hombres comedores de pan, es decir, hombres civilizados. Los lestrigones, aunque están sometidos a la autoridad de un rey, es decir, se rigen por una monarquía, tienen otros rasgos no civilizados, no humanos, aunque parezcan humanos. Su rey es Antifates Lestrigón e ignoran la hospitalidad, son antropófagos y belicosos. Su animalidad es tal que ensartan a los compañeros de Odiseo como si fueran atunes antes de comérselos y su tamaño es tal que parecen gigantes. La nave de Odiseo es la única que logra escapar de sus ataques.



II. 2. 3. La isla de Eea y Circe.

Al escapar navegan hasta la isla de Eea, «[...] donde habita Circe, la de lindas trenzas, la terrible diosa dotada de voz, hermana carnal del sagaz Eestes: ambos habían nacido de Helios, el que lleva la luz a los mortales, y de Perses, la hija de Océano» (Od. 10.137-139).
 
Odiseo reúne a sus compañeros en asamblea. Vuelve a aparecer la importancia de la gastronomía, 
alimentación de carne y vino.
 
La diosa Circe posee un palacio edificado con piedra tallada en lugar abierto, en una isla boscosa «la rodean lobos montaraces y leones, a los que había hechizado dándoles brebajes maléficos» (Od. 10.210). Circe «[...] mezcló queso, harina y rubia miel con vino de Pramnio. Y echó en esta pócima brebajes maléficos para que se olvidaran por completo de su patria» (Od. 10.235). Pérdida de memoria colectiva e individual, como vimos con los lotófagos. Pérdida de su condición de humanos.

Los compañeros de Odiseo son convertidos en cerdos. Nótese que aquí, como en otras ocasiones, a los aqueos no les importa llorar por la perdida de los fieles compañeros. El dolor por el compañero es algo que no es indigno mostrar. Es más, se le debe llorar y rendir los debidos ritos fúnebres.

Cuando se ofende al honor se ha de pagar un precio en sangre, aunque el ofensor sea un pariente. «[...] dudé si sacar la larga espada de junto a mi robusto muslo y, cortándole la cabeza, arrojarla contra el suelo, aunque era pariente mío cercano» (Od. 10.439-440). Se trata de Euríloco, que achaca a Odiseo la muerte de sus compañeros debido a la curiosidad que muestra a lo largo de toda la aventura.

Tras dominar a Circe, una mujer, que sólo era superior a Odiseo en cuanto a que era una diosa, pasan un año allí comiendo carne en abundancia y delicioso vino.
 
La concepción de la muerte y los oráculos son manifestaciones de la primigenia religiosidad griega. «Pero antes tienes que llevar a cabo otro viaje; tienes que llegarte a la mansión de Hades y la terrible Perséfone para pedir oráculo al alma del tebano Tiresias, el adivino ciego, cuya mente todavía está inalterada. Pues sólo a éste, incluso muerto, ha concedido Perséfone tener conciencia; que los demás revolotean como sombras» (Od. 10. 490-495). Según la concepción homérica del más allá, el alma (psyché) es como una sombra que se desprende del cuerpo al morir el hombre y que posee la forma de éste, pero ninguna de sus cualidades. Las demás almas se reaniman con la sangre del sacrificio, pero sólo hablan de su pasado, ignoran el presente y el futuro.

Erebo es el paso tenebroso entre la tierra y el Hades. Odiseo debe realizar un ritual para convocar a la raza de los difuntos. Debe realizar tres libaciones, a saber, «una libación en honor de todos los muertos, primero con leche y miel, luego con delicioso vino, y en tercer lugar, con agua» (Od. 10.519).

En esta parte también vemos las fatalidades del exceso del vino en la muerte de Elpenor, que borracho cae desde el techo adonde fue a dormir y se rompe el cuello. No ha respetado la justa medida, que tanta importancia tendrá en la concepción de la vida en el mundo griego, pues la vida buena (virtuosa, buscando el areté) no es lo mismo que la buena vida (excesos en los placeres).
 
 
 
II. 3. Canto XI. Descensus ad inferos.

Odiseo, para llegar al mundo de los muertos, debe acceder a los confines del Océano y llegar al país y a la ciudad de los cimerios, «cubiertos por la oscuridad y la niebla. Nunca Helios, el brillante, los mira desde arriba con sus rayos, ni cuando va el cielo estrellado ni cuando de nuevo se vuelve a la tierra desde el cielo, sino que la noche se extiende sombría sobre estos desgraciados mortales» (Od. 11.115-120).
 
 
 
II. 3. 1. Los Infiernos.
 
No se le rinden los debidos ritos fúnebres a Elpenor ni su cuerpo ha sido enterrado. Por este motivo, cuando Odiseo desciende a los Infiernos, Elpenor aún mantiene alguna de sus facultades, le reconoce y le habla sin necesidad de tomar la sangre. «Te pido soberano, que te acuerdes de mí allí, que no te alejes dejándome sin llorar ni sepultar, no sea que me convierta para ti en una maldición de los dioses. Antes bien, entiérrame con mis armas, todas cuantas tenga, y acumula para mi un túmulo [...] para que lo sepan los venideros» (Od. 11. 71-76).
«[...] hablaba largamente el simulacro de mi compañero» (Od. 11.83).
«Y llegó el alma del tebano Tiresias –en la mano su cetro de oro– [...]» (Od. 11.90).

Se emplea el término de basileus, que deriva del micénico qa-si-re-u, es decir, jefe local. En los poemas homéricos, casi todos los héroes son presentados como basileus, y el rey Agamenón sería el primus inter pares.

«[...] y tres veces voló de mis brazos [la madre de Odiseo] semejante a una sombra o a un sueño» (Od. 11.206). La muerte es no corpórea.

«También vi a la madre de Edipo, la hermosa Epicasta, la que cometió una acción descomedida, por ignorancia de su mente, al casarse con su hijo, quien, después de dar muerte a su padre, se casó con ella (los dioses han divulgado esto rápidamente entre los hombres)» (Od. 11.271). Edipo no tiene logos, conocimiento, razón. Se encuentra sumergido en la ignorancia y comete un acto impío. Por ello, como sus sentidos (sus ojos) no les advirtieron de tal acto, se los arranca, y se condena al ostracismo, el castigo más doloroso para un griego, más que la muerte, ser separado de su polis, de la política, de su condición humana.
 
En este pasaje se ve una perspectiva muy negativa hacia la mujer. «Por ella [Clitemnestra], al concebir tamaña maldad [la muerte de su esposo Agamenón], se bañó en la infamia y la ha derramado sobre todas las hembras venideras, incluso sobre las que sean de buen obrar» (Od. 11.432). Incluso Helena también es culpable, causante de la guerra.
 
«Por eso ya nunca seas ingenuo con una mujer, ni le reveles todas tus intenciones, las que tú te sepas bien, mas dile una cosa y que la otra permanezca oculta» (Od. 11.454). La mujer queda sentenciada en la concepción griega. Otro mito referente a este tema lo encontramos en Pandora.
 
Se habla del combate singular. Importancia del «nivel del rival». Es decir, el héroe aqueo busca la lucha individual contra alguien que pueda proporcionar renombre a su victoria.
 
Hay una gran preocupación por la estirpe, por los tuyos, por la continuidad de tu linaje que al fin y al cabo es la continuidad de tu memoria. «Y el alma del Eácida [Aquiles] de pies veloces marchó a grandes pasos a través del prado de asfódelo, alegre porque le había dicho que su hijo era insigne» (Od. 11.539).

El castigo de Ticio, que violó a Leto, esposa augusta de Zeus, según el poeta lírico del s. V a. C. Píndaro, es un ejemplo para que el hombre busque lo que está a su alcance. Recordemos de nuevo la importancia de la justa medida, de la vida buena, de la virtud en el medio.
 
 
 
II. 4. Canto XII. Las sirenas. Escila y Caribdis. La isla del Sol. Ogigia.

A Elpenor se le realiza un rito de incineración.

Antes de su marcha, Circe les aprovisiona con pan, carne y rojo vino; alimentos civilizados.
 
Odiseo llega a los mayores confines y por tanto es donde Homero coloca a los mayores «transhumanos», ya se trate de monstruos como las dos sirenas, Escila y Caribdis, o de personajes divinos como los hijos de Helios, Faetusa (la que arde) y Lampetía (la que brilla), que cuidan a su rebaño, las cuales no tienen crías pero tampoco mueren, en la isla de Trinaquía.

Al pasar la isla de la sirena deben enfrentarse a Escila y evitar a la divina Caribdis. Entonces llegan a la isla del Sol.



II. 4. 1. La isla de Tinacria.

Odiseo llega a la isla de Trinacria, en la que pasta el ganado del Sol. Tanto Tiresias como Circe de Eea les advierten que no se acerquen allí.

Cuando se acaban las provisiones que les dio Circe, se alimentan de la caza y de la pesca. Pero los compañeros, acuciados por el hambre, van a cometer una falta al tratar como venado a las vacas del Sol, animales divinos e inmortales prohibidos a los hombres, que ni es posible usar para el arado ni con fines alimenticios. En ausencia de Odiseo, las vacas son descuartizadas para un gran hecatombe, que podría haber tomado la forma de un sacrificio a los dioses, pero se desvía del ritual porque matan a las bestias como los cazadores al venado. Mientras que en el sacrificio griego se despliega todo un ritual para disimular si no ocultar completamente la muerte de la víctima, aquí, por el contrario, asistimos a una verdadera matanza.

Para acompañar al sacrificio no tienen la cebada producto del trabajo agrícola, sino hojas de roble, vegetación salvaje; para las libaciones, a falta de vino usan agua.
 
«Pusiéronse a su alrededor e hicieron súplica a los dioses, cortando ramas tiernas de una encina de elevada copa pues no tenían blanca cebada en la nave de buenos bancos. […] No tenían vino para libar sobre las víctimas mientras se asaban, pero libaron con agua mientras se quemaban las entrañas» Od. (12.355). Semejante subversión de las reglas rituales provoca la cólera de los dioses que se va a manifestar en una serie de prodigios: las carnes cocinadas y crudas comienzan a gemir y a mugir, borrando las fronteras entre la vida y la muerte, de la misma manera que los compañeros de Odiseo habían borrado las existentes entre el mundo cultivado y el salvaje, el sacrificio y la caza. «Las vacas estaban ya muertas. Entonces los dioses comenzaron a manifestar prodigios: las pieles caminaban, la carne mugía en el asador, tanto la cruda como la asada. Así es como las vacas cobraron voz» (Od. 12.394).

Este episodio explica de esta manera el intento de un grupo humano de penetrar en una tierra consagrada a los dioses, y de reproducir en ella los rituales que rigen las relaciones entre éstos y los hombres. Esta tentativa es un fracaso, porque los hombres se apropian de aquello que está reservado a los dioses. Odiseo, que no ha participado de esta impiedad y será el único que sobreviva, va a sufrir por su parte tras este episodio una mayor proximidad con lo divino, junto a Calipso, que puede resultar peligrosa para un ser humano. Se deben mantener las fronteras entre lo humano y lo divino. Es por ello que se establece el rito como puente de comunicación entre ambos mundos, para que no sea de forma directa.

Cuando muere toda la tripulación por el castigo de Zeus, Odiseo tarda nueve días y al décimo llegará a la isla de Ogigia, (de nuevo vemos esta fórmula numérica), donde habita Calipso.



II. 5. Canto VII. Odiseo en el palacio de Alcínoo.

Una vez que los dioses a través de Hermes ordenan a Calipso dejen marchar a Odiseo, éste llega al país de los feacios, donde relatara su historia, la cual hemos analizados en los capítulos de más arriba.
Comienza relatando de dónde ha llegado.



II. 5. 1. La isla de Ogigia y Calipso.

Tras la destrucción de su nave y la muerte de sus compañeros, Odiseo llega a Ogigia, la isla de Calipso. Se trata de la hija de Atlas y es una diosa. No es junto a ella donde Odiseo va a encontrar el alimento de los «comedores de pan», el mundo al que pertenece, el mundo civilizado. Aquí él podría llegar a ser inmoral si se casaba con la diosa, sin embargo, desea morirse y ansía desesperado volver a ver el humo de su hogar.

Ansía regresar al mundo de los hombres. Como hemos visto, las relaciones entre hombres y dioses deben ser establecidas a través del sacrificio ritual.
 
 
 
II. 6. Canto VIII. Odiseo agasajado por los feacios.

La isla de Sheria constituye la última etapa del periplo de Odiseo antes de su retorno a Ítaca.



II. 6. 1. El país de los feacios.

Los feacios ocupan una posición intermedia entre el mundo de los «comedores de pan» y el no humano. Pertenecen al primero en la medida que cultivan la tierra, hacen sacrificios a los dioses y practican la hospitalidad. Pero están también en los límites de la humanidad normal al encontrarse aislados en el marco de una sociedad utópica que ignora la violencia y la guerra. La guerra está contemplada por los griegos como un acto lícito para conseguir gloria y botín.
 
Los dioses suelen acudir para participar en los banquetes que los feacios celebran en su honor, mientras que habitualmente el sacrificio establece una distancia infranqueable entre el mundo de los mortales y el de los inmortales, como hemos repetido en distintas ocasiones. Estos hombres, los feacios, están próximos a los dioses.

Otra característica que los desubica del mundo de los hombres es que son marinos, pero no se dedican al comercio.
 
 
 
III. Conclusión.

Tenemos a Odiseo enfrentándose a los límites inferiores y superiores de la condición humana, lo que le separa respectivamente del mundo de los animales y del mundo de los dioses. Además, pasa por la experiencia más antitética para un humano, el mundo de los muertos.

Nos encontramos ante una antropología mítica que debe ayudarnos a formular una tesis antropológica histórica.

Hay una descripción de la alteridad. Los otros serían aquellos que escapan a los trazos fundamentales de la vida civilizada. La concepción griega de la civilización que ya hemos visto aquí conlleva los siguientes elementos:
 
-La sociedad homérica es monárquica, aunque ya se encuentra en decadencia. El rey o héroe se engalana con dos tipos de epítetos. Unos se refieren a la sabiduría mientras que otros hacen referencia a las características militares. Se presupone que han de tener sabiduría en el consejo y valor en el combate.

-La vida en la ciudad, que se rige por leyes y reglas que organizan la vida colectiva. Pero aunque Homero conoce los términos urbanísticos de la ciudad como polis, ésta se refiere a su valor arcaico de acrópolis, no como entidad política. Nos encontramos en un período de transición. Todo gira en torno al oikos o gran casa, que no debemos entender como un palacio. El oikos se compone por un grupo humano (familia, sirvientes, esclavos) y por un grupo material (tierra, ganado, tesoro). Tiende a ser autárquico, centro de producción y consumo.

-El trabajo de la tierra, que implica que la comunidad humana se sitúa en relación con los dioses (gracias al sacrificio) y con los animales (domésticos para ser usados en los trabajos del campo o lo sacrificios; salvajes para ser cazados). Además el rey recibe la tierra o témenos como donación de la comunidad. Su transmisión no es de tipo patrimonial, sino institucional.

-Un régimen alimenticio acorde con esta forma de vida: pan, preparado a partir de cereales; el vino; la carne cocinada, consumida en el marco ritual del sacrificio.

-La asamblea es formada por todos los hombres adultos de la comunidad capaces de portar armas.

-La asamblea es convocada por el rey, o un noble, cuando se requería.

-El único punto a tratar es el del convocante.

-La hospitalidad es una institución económica pero sobre todo social. No se regala sin compensación, se da para recibir. Pero también es cierto que no se persigue el lucro. Aparece la figura del huésped, quien recibe los regalos. La hospitalidad se heredaba, como se puede observar con Telémaco.

-El banquete es el centro político y social. Es la expresión más refinada de la hospitalidad.
 
El texto nos plantea el estatus de la identidad. ¿Cómo seguir siendo humano en otros espacios? Proyecta sobre los pueblos o los seres que se va encontrando Odiseo una trama de elementos pertinentes que, por ausencia o inversión, hacen resaltar su alteridad cultural.



IV. Bibliografía.

HOMERO, Odiseo, Cátedra, Madrid, 2009.

JACOB, C., Geografía y etnografía en la Grecia antigua, bellaterra arqueología, Barcelona, 2008.

MICHAILOVICH KHAZANOV, A., Nomads and the outsider World, The University of Wisconsin Press 1983. Original Russian version copyright 1983 and English Translation copyright 1983.
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