viernes, 28 de abril de 2023

«POrque.doc» (sic)

Puede que tenga síndrome de Diógenes digital, puede que sea un acumulador. Sí, es cierto, no me escondo. Soy culpable y pago por ello. Nunca falta la mirada de quien se cree mejor que tú simplemente por el hecho de no ser como tú. Bueno, en realidad por el hecho de no ser tú como la persona que te juzga. Porque lo que importa nunca es el motivo por el cual somos iguales o diferentes. Lo que importa es el hecho en sí de serlo o no.
Pero volviendo al tema de esta entrada, repasando uno de mis discos duros encontré un archivo cuyo nombre, en principio, no llamó mi atención: «POrque.doc» (sic). No daba ninguna pista de lo que podía contener. Ni siquiera estaba bien escrito. Podría ser uno de tantos documentos de texto que he utilizado a modo de borrador, para hacer corta y pegas de textos, o cualquier otra cosa temporal que al final no borré y pasó a formar parte de una carpeta con más archivos olvidados. Esta vez estaba decidido a acabar con él. Sí, quería hacer limpieza, aunque fuera un poco, así que lo abrí. En cuanto confirmase que no era nada que necesitaba, quizá algunos enlaces de megaupload o de algún otro dominio que ya no existe, podría mandarlo a la papelera de reciclaje y eliminarlo para siempre. ¡Un gran triunfo para alguien como yo! 
Sin embargo, cuando lo abrí inicié un viaje al pasado. Un pasado que había olvidado, que incluso ahora me cuesta recordar. ¿Y por qué compartir algo tan íntimo? Porque el «delito» ya ha prescrito. Han pasado más de 20 años. Y porque así no volverá a perderse. Y quizá hasta me sobreviva.
Bienvenidos al domingo 6 de mayo de 2001.

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Te escribo esto no porque lo que voy a decirte no sea capaz de hacerlo a la cara, sino porque así evitaré que puedas contestarme o interrumpirme mientras te lo dijera. Llevo toda la mañana pensando qué he de decirte, y ahora que he de escribirlo no me salen las palabras.
Bueno, empezaré con que lo de irme a [...] es opcional y depende totalmente de mí. Es seguro que este verano deba pasar una temporada allí, pero el curso que viene me dejan hacerlo aquí por cuestión de que no haya instituto para mí. Pero la verdad es que me siento solo y como bien dijiste tú, [...] está pudiendo conmigo. Ahora mismo estoy hecho un lío y lo único que tengo claro es que a veces estoy bien y la mayoría de las veces me encuentro fatal. Y todo porque no soy un chico muy normal... No tengo nada realmente malo por lo que preocuparme, y tengo unos buenos amigos y una novia fantástica, y mi [...] me deja total libertad para hacer lo que quiera.
Entonces, ¿qué es lo que me pasa? No lo sé, pero lo que sí sé es que, sea lo que sea que tenga en mi interior que me está corrompiendo el alma, se le une una mayor preocupación que me afecta más que cualquier otra cosa. Y ésa eres tú.
No quiero que malinterpretes mis palabras y te hagan sentir culpable, porque tú no tienes culpa de nada. La culpa ha de ser mía porque creo que, si fuera un chico mentalmente sano, no me afectarían los pequeños detalles que me afectan.
Creo que con un ejemplo lo entenderás mejor. Tú eres una persona que quiero mucho, y por lo cual, cargo sobre ti una gran parte del peso de mi vida, por eso soy feliz. Mi corazón arde de pasión, pero de igual manera que tú lo avivas echándole leños al fuego, otras veces, sin querer, le echas cubos de agua provocando una gran humareda que niebla mi mente y mi juicio y me hace sentir mal. Y mi amor por ti me hace seguir adelante y estar junto a ti, pero esta situación es como un circulo vicioso que no sé cuánto tiempo más voy a poder soportar, he ahí por lo que estoy pensando seriamente en irme de aquí, y tratar así de poder olvidarte, algo imposible para mí...
Te digo esto porque tú has sido muy buena conmigo y has confiado en mí mucho, muchas veces hasta me sorprendía por la confianza que tenías en mí, y eso te lo agradezco mucho. Y por ello te digo que esto no es para que te sientas culpable ni empieces a comerte el tarro con lo que has hecho o has dejado de hacer. Esto es la repuesta a la pregunta que tú tantas veces me has hecho y yo no te he respondido nunca totalmente, contándote sólo parte de mi problema.
Mis problemas personales aún no los tengo superados del todo, y por eso cuando se me une un problema relacionado con la persona que quiero... tú... pues me vuelvo a hundir en la más profunda mierda. Y no creas que tú tienes la culpa ni nada de eso, porque si de algo estoy seguro es de que te quiero y de que me quieres, al menos hasta ahora. Y estoy convencido de que cualquier otra mujer me hubiera hecho realmente daño, porque mi carácter estaba forjado para la soledad, no para soportar la carga de más personas. Y cualquier otra tía hubiera pasado de mis problemas y me hubiera dicho que me las apañase como hubiese podido, mientras que tú me escuchaste, me comprendiste y me hiciste seguir hacia delante. Por ello gracias.
Con esto ni me estoy despidiendo de ti ni nada por el estilo, sólo quiero decirte que estaré a tu lado mientras tenga fuerzas para soportar el dolor, que es acallado con tu amor, y sólo esperaré a que tú decidas cuándo quieres pasar de mí.
Al final me he hecho un lío y no sé si te he dicho lo que realmente quería decirte, aunque la conclusión es que si a veces estoy mal es porque algo me ha hecho daño, y por lo tanto te pido que no me preguntes qué me pasa, porque ya sabes la respuesta.
Yo te quiero mucho, y es lo que hace que supere el dolor, pero no sé cuánto tiempo más aguantaré, quizá la muerte tenga la respuesta y ponga límite a todo esto, pero son asuntos por los que no hay que tomar decisiones precipitadas.
Termino diciéndote que te quiero, y que no tienes culpa de nada, no me gustan las personas que tienen complejo de culpabilidad, así que alegra esa preciosa cara y nunca hablemos de lo que aquí he escrito. Aquí el único culpable soy yo, porque imagino que el que se pica ajos come, así que nada... Que te quiero mucho, mucho, e imagino que mi destino será nunca ser totalmente feliz, ya que por donde avivan mi llama, apagan mis esperanzas.
TE QUIERO Y ESTARÉ CONTIGO HASTA QUE TÚ LO DESEES. PERO NO ME CULPES DE ESTAR COMO ESTÉ, PORQUE SIEMPRE SERÁ DE UNA FORMA INVOLUNTARIA.
Y dejando ya este aburrido tema, quiero hacer referencia a los 5 meses que ya nos unen. Al principio no me lo creía, luego cuando fui comprendiendo la realidad, las dudas asaltaron mi mente. Cuando al fin logré superarlas y estar seguro de lo que sentía, la gente se entrometía por mi camino, y ahora que he logrado abrirme camino, las cosas más triviales y sin importancia son las que más daño me hacen. Sólo pido paciencia conmigo, y si ves que es mucho pedir, no veré con malos ojos que prefieras a otro, porque muchas veces la sensación de que no sé darte lo que quieres, o que esperas algo más de mí, o que te aburres conmigo o cosas así, me invaden y me llenan de tristeza.
Ahora ya he respondido a tu eterna pregunta de qué es lo que me pasa, así que te pido que borres este archivo y te olvides de él y sigamos hacia delante hasta que el destino lo quiera. Y no me canso de decirte, porque te conozco, que tú no tienes la culpa de nada. ¿De acuerdo?
Espero que estos 5 meses que llevamos juntos, además de darte disgustos, haya sabido darte alegrías y felicidad. TE QUIERO.

Esta tarde he estado pensando mucho y tal, aparte de estar estudiando, y he decidido hacerte una pregunta. ¿Quieres que me quede en [...]? Si me quedo debes prometerme que no harás que me haya quedado en vano, es decir, que no me harás sufrir y que estarás siempre conmigo.
Porque no podré aguantar que me hagas daño. Te quiero. Aquí te paso lo que escribí el día que estuve a punto de irme:
«Miré a tus ojos esperando ver lo que sentía, pero no encontré lo que esperaba. Una extraña luz brillaba en ellos y no era precisamente de esperanza. Fuego interior, fuego arduo en mi corazón que no era miedo ni temor, eran ansias de venganza hacia tu amor. Y fue cuando me vi reflejado en ti, en tu celda de cristal en el que el Infierno ardía. No me dejas salir ni tampoco vivir. ¿Por qué me haces sufrir si tú eso no quieres para mí?
Dulce veneno por mi garganta corre cuando bebo de tus labios la añorada muerte que nunca viene, pues el placer de la espera se hace interminable en el corazón de aquel que no la desea. ¿Por qué el daño es tan dulce en mis ojos y sus frías intenciones arden en las llamas de mi corazón enamorado?
Abrazos en la noche, amor a la luz de la luna, en mis sueños estás tú desnuda... Luego me despierto, y tu amor es igual de intenso. Juntos estamos los dos, pero siempre alguien se mete por medio. Como una fría niebla que lo oscurece todo. Como un terrible humo que enturbia nuestros ojos... Y yo entonces me pregunto por qué, y sólo sé responder en silencio.
No mires atrás, mujer, pues allí nada de lo que te espera hallarás. Mira siempre al futuro y nunca sientas culpa por los hechos cometidos. Te lo digo con el corazón en la mano, aquel que nada tiene porque ya todo lo perdió. Te lo dice la voz de la experiencia amarga, que por mis venas ya quemadas por el sufrimiento, el diablo me espera en el Infierno. Y si en verdad esto yo te digo, es porque no encuentro consuelo en mis lamentos e intento redimirme dándote estos consejos.
Ardiente deseo el que por mis venas corren cuando te ven, tan ardiente que mi piel quema y mi cerebro corrompe la visión de tal belleza. El veneno de tu grata compañía se introduce por mis poros hasta que atraviesan mis entrañas y no lo puedo evitar. Me encuentro indefenso ante la agonía que tu placer me causa.
Mujer con rostro de niña tiznado de muerte, aléjate de mí si no vienes a quererme, porque el dolor ya es amigo conocido que despedí hace tiempo... Quédate para siempre y serás la agonía de la espera de mi muerte... Vete y mi vida segarás con ello. Elige, amada mía».
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Aún tenía 16 años cuando escribí esto. Pero no recuerdo si llegué a enviarlo o a entregarlo en mano o fuese lo que fuese que se hiciera en aquellos tiempos. Sea como fuere, aquel primer amor terminó. No me ha ido muy bien después. Quiero creer que no es culpa de nadie, incluido yo mismo. Pero aunque crédulo, me cuesta creer mis propias mentiras.
«Porque mi carácter estaba forjado para la soledad»... Deberé volver a forjarlo para tal propósito, aunque no sea un espíritu excelente (haciendo referencia a lo que escribió Arthur Schopenhauer: «La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes»).
 

 

2 comentarios:

  1. "La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes". ¿Soy excelente o estoy excelentemente solo? ¿Somos lo que nuestras circunstancias forjaron o nos resistimos a ser forjados por ellas? ¿O es la forja la causante de este dolor, de esta duda? Estamos solos pero no abandonados. Cuando estemos solos y abandonados, ¿seremos metal o hierro corroído?

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  2. ¿Somos excelentes en nuestra soledad? Habría que vernos en compañía, ¿dejaríamos mucho que desear? ¿Para qué soportar el proceso de templado si nadie nos va a empuñar? ¿Un lindo trozo de metal expuesto que nadie se detendrá jamás a mirar o un trozo de acero lleno de muescas que es sujetado firmemente por unas manos que confían plenamente en nosotros? Creo que, al menos yo, no dejé de ser la escoria que quedó de la fundición.

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