Este texto es una respuesta a una entrada del blog «Náusea de la Nada».
Te recomiendo encarecidamente que vayas primero a leer aquél para poder entender la burda imitación que es éste. Pero no es burla, sino inspiración. Un intento de trasladar en palabras un genuino sentimiento.
Te recomiendo encarecidamente que vayas primero a leer aquél para poder entender la burda imitación que es éste. Pero no es burla, sino inspiración. Un intento de trasladar en palabras un genuino sentimiento.
Síntomas.
Se me ha prohibido llorar
castigándome con el dolor de unas lágrimas ácidas
que queman mis parpados cuando se derraman
y ciegan mi razón ante la contradicción del alivio y el sufrimiento.
Mi pecado fue la hýbris propia de la juventud
de quien quiso vencer a los Gigantes,
de quien quiso desterrar a los Titanes,
de quien quiso destronar a los Dioses,
de quien creyó que todo era posible.
Grande es mi caída por tal arrogancia.
No hubo piedad para mí ni segundas oportunidades.
Y aún no ha terminado.
Aún sigo pagando los excesos que nunca llegué a cometer
si acaso no fueron sólo en mente y ánimo.
El tiempo se detiene cuando no haces nada.
Duermes un sueño lúcido en el que tu voluntad se ríe de ti
sometiéndote a sus caprichosos deseos de descansar,
pero su descanso no deja de desgarrar tu alma.
Dicen que nunca es tarde para ser salvado.
Pero yo creo que siempre lo es.
Lo creo mientras escribo estas palabras.
Lo creeré mañana cuando las vuelva a leer.
Lo creeré aunque alguien me susurre que coja su mano
y que no me volverá dejar caer.
Soy el producto de un sistema podrido,
de un mundo agonizante,
de una crisis que pudo conmigo
y me perdí para siempre.
¿Cómo estás? Bien.
¿Qué estás haciendo? Nada.
¿A qué esperas? No lo sé.
¿Cuáles son tus esperanzas? Morir sin dolor.
Y tal vez... Sólo tal vez...
Ser recordado.
Como si mi muerte pudiera conferirme el valor
que no alcancé estando vivo.
Como si importara eso acaso.
Pero cada uno encuentra consuelo en lo que puede.
Ahora soy un adicto.
Pero nada a cambiado.
¿Por qué yo? No hace falta ningún motivo.
Pero cuando la desesperación es tan fuerte
prefieres que la sufran otros, aunque sea un ser amado.
¡No! ¡A mí no! ¡Házselo a ella!
¡No! ¡A mí no! ¡Házselo a él!
Miserable hasta el fin.
Merecedor de toda la podredumbre.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Por favor, Tiresias, dime cómo regresar a casa.
Me siento tan triste.
Me siento tan solo.
Me siento tan vacío.
Me siento tan angustiado.
Me siento tan asustado.
Me siento tan desdichado.
Me siento, lo siento.
Perdóname, porque yo no puedo hacerlo.
Me siento desfigurado.
Me siento somnoliento.
Me siento cansado.
Me siento débil.
Me siento abandonado.
Me siento y no me levanto.
Me siento y me tumbo esperando.
Patetismo en vena, una jeringa de 10 ml cada hora.
Perdón.
Me iré por donde he venido.
No quería molestar.
¡Es mentira! Sí que lo quiero.
Molestar.
Gritar.
Llamar la atención.
Desesperado por ser visto.
Ansioso de ser consolado.
Para después de otra dosis, calmarme,
y pedir perdón de nuevo.
Perdón.
Y vuelta a empezar,
en un eterno culto a Orfeo.
Pero cada vez los ciclos son más cortos para mí.
El final siempre llega.
Adiós.
...
Y perdón.
y ciegan mi razón ante la contradicción del alivio y el sufrimiento.
Mi pecado fue la hýbris propia de la juventud
de quien quiso vencer a los Gigantes,
de quien quiso desterrar a los Titanes,
de quien quiso destronar a los Dioses,
de quien creyó que todo era posible.
Grande es mi caída por tal arrogancia.
No hubo piedad para mí ni segundas oportunidades.
Y aún no ha terminado.
Aún sigo pagando los excesos que nunca llegué a cometer
si acaso no fueron sólo en mente y ánimo.
El tiempo se detiene cuando no haces nada.
Duermes un sueño lúcido en el que tu voluntad se ríe de ti
sometiéndote a sus caprichosos deseos de descansar,
pero su descanso no deja de desgarrar tu alma.
Dicen que nunca es tarde para ser salvado.
Pero yo creo que siempre lo es.
Lo creo mientras escribo estas palabras.
Lo creeré mañana cuando las vuelva a leer.
Lo creeré aunque alguien me susurre que coja su mano
y que no me volverá dejar caer.
Soy el producto de un sistema podrido,
de un mundo agonizante,
de una crisis que pudo conmigo
y me perdí para siempre.
¿Cómo estás? Bien.
¿Qué estás haciendo? Nada.
¿A qué esperas? No lo sé.
¿Cuáles son tus esperanzas? Morir sin dolor.
Y tal vez... Sólo tal vez...
Ser recordado.
Como si mi muerte pudiera conferirme el valor
que no alcancé estando vivo.
Como si importara eso acaso.
Pero cada uno encuentra consuelo en lo que puede.
Ahora soy un adicto.
Pero nada a cambiado.
¿Por qué yo? No hace falta ningún motivo.
Pero cuando la desesperación es tan fuerte
prefieres que la sufran otros, aunque sea un ser amado.
¡No! ¡A mí no! ¡Házselo a ella!
¡No! ¡A mí no! ¡Házselo a él!
Miserable hasta el fin.
Merecedor de toda la podredumbre.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Me siento tan mal.
Por favor, Tiresias, dime cómo regresar a casa.
Me siento tan triste.
Me siento tan solo.
Me siento tan vacío.
Me siento tan angustiado.
Me siento tan asustado.
Me siento tan desdichado.
Me siento, lo siento.
Perdóname, porque yo no puedo hacerlo.
Me siento desfigurado.
Me siento somnoliento.
Me siento cansado.
Me siento débil.
Me siento abandonado.
Me siento y no me levanto.
Me siento y me tumbo esperando.
Patetismo en vena, una jeringa de 10 ml cada hora.
Perdón.
Me iré por donde he venido.
No quería molestar.
¡Es mentira! Sí que lo quiero.
Molestar.
Gritar.
Llamar la atención.
Desesperado por ser visto.
Ansioso de ser consolado.
Para después de otra dosis, calmarme,
y pedir perdón de nuevo.
Perdón.
Y vuelta a empezar,
en un eterno culto a Orfeo.
Pero cada vez los ciclos son más cortos para mí.
El final siempre llega.
Adiós.
...
Y perdón.
TQMM |
Gracias por el homenaje a mi blog y de nada por la inspiración, mi buen amigo.
ResponderEliminarDe nada y gracias. Gracias y de nada. 🦋 Un eterno aleteo que me permita siempre volver encontrarte. Deuda eterna, amiga.
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