El Proyecto y sus Administradores

-El proyecto.
Signatus: «En las Fauces del Lobo» es un proyecto bloguero que nació por la necesidad, el consenso y la voluntad de dos locos soñadores obsesionados con y por las historias. Historias que pudiéramos moldear, manipular, retorcer, destrozar y construir una y otra vez para finalmente compartirlas con nosotros mismos. Y contigo, querido lector. Sin más pretensiones, simplemente que ellas, nuestras fábulas, nos sobrevivieran. ¿Pero qué es eso de la fábulas? Tanto Cinefilocalista como yo compartimos pasión por el videojuego «The Wolf Among Us», y éste a su vez está basado en la obra «Fables» de Bill Willingham. Los personajes y las historias clásicas de los cuentos para niños pero con unas cuantas vueltas de rosca. Y nosotros vamos a seguir girando las tuercas. Nuestras tuercas.
Respecto al nombre del blog y su subtítulo, fue idea de mi compañero... ¡Eh! ¡Cinefilocalista! Es tu turno.

Cinefilocalista: Muy agradecido, Señor Signatus, pero me temo que no puedo agregar nada a tu excelente presentación. Sólo esto [se aclara la garganta y desenvuelve un rollo de pergamino que rueda por el suelo, sale por la puerta y se pierde de vista en el bosque..........]................@
 
 
 
 -Los administradores.

Cinefilocalista
Cinefilocalista.
Original (abril, 2023): Un pringao mental que escribe como español, pero es mexicano (leyó muchas traducciones al castellano en su infancia, que es cuando más leía). Por la razón descrita entre paréntesis (mira que un paréntesis que sí tenía relación con el texto subsiguiente, ¿o el texto nació del paréntesis? (me hace pensar en ese afiche de 'Nymphomaniac')) (¡doble paréntesis!), las historias que más calaron en su ser fueron los cuentos de hadas, mitos y leyendas, por lo que su ser se quedó chico, supersticioso y aterrado.
 
Actualización 1 (mayo, 2023): Parafraseando a Jim Carrey (doblado por Mario Castañeda): un tonto desesperado que no sabe qué hacer. Le gustan tantas cosas que se está volviendo esquizofrénico. Ni siquiera puede referirse a sí mismo en primera persona, porque no es una sola persona, es muchas. Y a todas les gusta algo distinto. Citando a Homer Simpson (doblado por Humberto Vélez): [cantando] "Yo como quesoo, pasteles tambiéeen, como de todo y como muy bieeen".



Signatus
Signatus.
Bueno. Creo que es mi turno. No sé por qué tengo que estar yo aquí abajo, pero supongo que es el lugar que me corresponde por mi escaso talento. El contenido de esta pequeña «biografía» iba a depender en gran media del día en la que la escribiese. ¿Sería un buen día, lleno de luz y de color, mariposas y unicornios [es decir, bajo el efecto de los opiáceos (y esto va por ti, Cinefilocalista, no discrimines el poder de los corchetes, que rima con chochetes)]? ¿O por el contrario sería un día [me niego a llamarlo malo porque desde que la conocí {es decir, a María, mi querida amiga y musa [aunque en realidad ella se considera una lámpade (una ninfa del Inframundo)]} …? Aquí he metido hasta llaves, para hacerme el interesante. Ni siquiera sé si están bien empleados esos signos ortográficos.
Sigamos, es decir, sigo. Dicen, cuentan, se rumorea y a mí me ha llegado que soy una persona depresiva con trastorno de la personalidad por evitación y algún que otro TOC. Es decir, estoy TOCado por la mano de Dios. Deja ya de leer, me está dando vergüenza ajena, y eso que la que tengo es propia. ¡YA!
Siempre he sido un nostálgico soñador que duerme en los brazos de la melancolía y que baila subido en los pies de la fantasía. Me olvidé de vivir, porque nadie me enseñó, y quise refugiarme en las historias, en las fábulas y en las quimeras. En una ocasión lo expresé con estas palabras: «Cuando se sabe (sabes) vivir, todos quieren aprender (de ti). Pero cuando no se vive, simplemente nadie se acuerda (nadie te recuerda). Y menos para enseñarte». Y así fue como fui abandonado y me quedé solo. Y pensé que no tenía por qué amar a nadie si no quería amarme a mí mismo, del mismo modo que podía odiar a todo el mundo si no quería tener que detestarme. Sé que cuelgo del árbol agotado por los vientos cuyas raíces desconocen los sabios. El dolor que siento no es querido ni agradable, pero es necesario. El dolor me recuerda que sigo vivo aunque esté muriendo y, al igual que las pesadillas cuando duermo, me obliga a despertar. Si todo fuera un dulce sueño, no encontraría necesario abrir los ojos.
Para concluir mis divagaciones diré que no me importa que mis historias no sean buenas mientras me pertenezcan. Y espero que las aceptéis porque os las ofrezco «de gratis», ¡eh!
¡Ah! Una última cosa: «¡HOJARASCA, TÍO!». Y podré ser lo más pesado del mundo, pero me has devuelto a la vida. Por eso he hincado la rodilla en el suelo y me someto a ti prometiéndote lealtad. TQMM.
Gracias por leerme.