Un poco más de síndrome de Diógenes digital.
Año 2012.
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Cuando la tormenta aviva con fiereza las olas del mar, que rompen violentamente contra las rocas del acantilado, sólo tú eres capaz de sostener con fuerza mi mano al borde del precipicio evitando mi caída al vacío.
Cuando la tormenta aviva con fiereza las olas del mar, que rompen violentamente contra las rocas del acantilado, sólo tú eres capaz de sostener con fuerza mi mano al borde del precipicio evitando mi caída al vacío.
«Costa de Cornualles», de William Trost Richards, 1884. |
Cuando las horas son una pesada carga que paraliza toda iniciativa y el triunfo se encuentra lastrado por el miedo a la acción, sólo tú eres capaz de desatar la fuerza de los astros en su combustión eterna para transmitir con tu calor la energía que evite que mi sangre se hiele en mis venas.
«La persistencia de la memoria», de Salvador Dalí, 1931. |
Por eso, por mucho más y por mucho menos, con sencillez y humildad, con altivez y orgullo, te digo: «Te quiero».
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